Los hermanos pequeños saben bien lo que es reciclar ropa. Ellos suelen ser los primeros destinatarios de los pantalones, el chándal o las sudaderas de los mayores. Aunque el traspaso se complica si es de hermano a hermana y viceversa, heredar el armario del primogénito es una cuestión común, sobre todo durante la niñez. La ropa tiene más de una vida. Por eso, además de las fórmulas tradicionales de reutilización y donación de prendas servibles, han surgido nuevos mecanismos, muchos a través de Internet, como el intercambio, la compraventa a bajo precio entre particulares y hasta videoblogs que muestran cómo convertir viejas telas en un nuevo vestuario.
Cada español se deshace de media 7 kilos de ropa usada al año, según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU). Algunas prendas se desechan porque están estropeadas, aunque en ese caso también serían aprovechables, por ejemplo, como trapos para la cocina. Aquellas que estén en buen estado son las que, en definitiva, podrían ser utilizadas por otra persona. Y con los rápidos cambios de modas y tendencias, la ropa, aunque esté poco usada, dura menos en el armario. ¿Qué hacer con ella? La crisis ha despertado el espíritu solidario de la sociedad y cada vez son más los que optan por donar solidariamente sus viejas camisetas. Aunque Pablo García, sociólogo responsable de medio ambiente de la Unión de Consumidores de Asturias, asegura que la cantidad de ropa que acaba en la basura mezclada ha aumentado un 10% en la última década, según sus datos.
La reutilización de ropa ha trascendido, sin embargo, la esfera de la solidaridad y se considera también una cuestión de consumo sostenible. Comprar o intercambiar pantalones y chaquetas de segunda mano no solo reduce el gasto en vestimenta, sino que además es una opción ecológica. “La idea es que no vaya al vertedero”, explica Cristina Larrayoz, portavoz de Koopera, entidad sin ánimo de lucro que recoge ropa. “Cualquier prenda vale, si no es para reutilizarla, se puede reciclar y transformar en retales o hilos”, explica. Esto reduce, en definitiva, la necesidad de materias primas de origen para la fabricación de nuevas prendas, así como el gasto energético en la fabricación de telas.
“Si quiere donar ropa, no la deje en cualquier sitio”, alerta en una de sus campañas la OCU. Los contenedores de recogida de prendas han proliferados en cualquier pueblo y ciudad, pero no todos son iguales. Unos son legales y otros piratas, como alertaba la organización de consumidores el pasado febrero. “Es importante que la gente aprenda a distinguirlos”, subraya Larrayoz. Pero no es fácil. Normalmente, los contenedores que no son gestionados por verdaderas ONG, tienen un cartel con un nombre amable y un teléfono móvil.
La OCU ha elaborado un listado de las organizaciones que autorizadas para la recogida de ropa en la calle de las principales ciudades españolas. Otras opciones fiables son: llevar las prendas a los puntos limpios de los Ayuntamientos o contactar directamente con las ONG (a veces recogen a domicilio). A falta de un mayor control por parte de las administraciones locales, la vigilancia es clave, sobre todo, si el donante no desea que su ropa sirva para el lucro de unos pocos. “La ropa usada puede dar mucho dinero. Si tenemos en cuenta que una tonelada se compra a unos 350 euros, un solo contendor pirata genera unos 3.500 al año”, explicaba la OCU en un artículo en su revista Compra Maestra de febrero.
Tampoco todas las ONG hacen la misma gestión de la ropa que reciben. Unas optan por venderla a muy bajo precio en países en desarrollo, otras en tiendas de segunda mano, y la mayoría destina los beneficios (las que los tienen) a programas de cooperación o causas benéficas, además de dar empleo a personas en riesgo de exclusión en el proceso de recogida, separación, higienización y venta. También hay empresas privadas que reciclan ropa. Algunos creen que por conciencia ecológica y otros opinan que, aun siendo una práctica legal, lo hacen solo por negocio.
Una vez conocidas las opciones y modalidades, con la información en la mano, al final cada ciudadano puede escoger cuál es la fórmula que más se ajusta a sus necesidades e intereses.
De mano a mano
El hermano, la prima, el vecino, la amiga o el cuñado. Regalar o intercambiar ropa con personas conocidas es casi una tradición en algunas familias. Sin complejos.
Internet ha abierto la posibilidad de regalar o hacer trueque de todo tipo de artículos, también moda, sin más intermediario que la pantalla. Un ejemplo es la web telodoy.com, en la que los usuarios dan o piden cosas. Las faldas y pantalones de la talla 42 a 46 que regalaba una internauta en esta página, encontraron dueño en menos de un mes. En este espacio, y otros similares, también se puede buscar gente que justo necesite esa blusa que queremos dar. Y son especialmente útiles para regalar o recibir ropa de bebé, que en apenas semanas (y prácticamente nueva) se queda pequeña.
También en la Red hay páginas que se definen de intercambio, en las que para comprar muy barato lo que otros regalan, antes hay que regalar algo que será susceptible de ser vendido. Este modelo es el de Grownies, en la que se ofrece ropa de niños en lotes de 6 u 8 prendas por 15,95 euros, incluidos los gastos de recogida o envío al domicilio.
Camisetas con fines sociales
Algunas ONG centran parte de su actividad en la recogida de ropa. El abanico de modelos en la gestión que hacen de la misma es amplio.
Una de las fórmulas más extendidas es la venta en tiendas de segunda mano, como Humana en Madrid. Esta práctica que permite a las organizaciones financiarse y dotar de recursos diferentes programas de acción social, y no exenta de críticas en España, es muy común en países anglosajones. En Gran Bretaña es fácil encontrar en una misma acera varias tiendas de ropa usada de una asociación de enfermos del corazón o de apoyo a la investigación contra el cáncer. La ropa no acaba directamente en manos de personas sin recursos, aunque su precio es muy reducido, pero su comercialización ayuda de manera indirecta a causas sociales.
Entidades como Koopera o Cáritas han optado por un modelo híbrido entre la donación directa a personas necesitadas y la venta de la ropa que recolectan en contenedores. Koopera tiene 13 tiendas en el País Vasco y Cantabria. En ellas, la ropa tiene un precio. “El más barato que nos permite nuestro proceso de producción”, asegura Cristina Larrayoz, portavoz de la organización. Pero las personas remitidas por Cáritas o los servicios sociales de los Ayuntamientos con los que tienen convenio, tienen un cupón de descuento que puede ser de hasta el 100% “en función de sus necesidades”, explica Larrayoz. Aún más, este proyecto da trabajo y experiencia laboral a personas en riesgo de exclusión.
Una tercera vía es que las ONG vendan la ropa a mayoristas que la comercializan en puestos de segunda mano en otros países, normalmente de África y Europa del Este. Este es el modelo de ropasolidaria.org. Según explica su fundador, José Ramón Cuesta, llegan a acuerdos con empresas, “principalmente autónomos con una furgoneta y un almacén”, pero no cualquiera, tienen que cumplir unas reglas. “Ellos recogen la ropa a domicilio y la venden a un mayorista que la exporta a África. RastroSolidario percibe un canon por el uso de su logo”, añade. El trabajador se gana la vida y la entidad recauda fondos. Pero, ¿qué hace con el dinero? “Ponemos en marcha programas como ‘Libros por alimentos’ o ‘Publicidad en Valores’, y mejoramos nuestras aplicaciones web para recaudar fondos para más de 40 ONG con las que colaboramos”, explica el presidente de esta iniciativa. Su único requisito para los donantes: “La ropa en buenas condiciones. Lo que no quieran para ellos que no lo quieran para los demás”.
Las opciones para el ciudadano concienciado son diversas. Solo se trata de elegir qué segunda vida se desea para las camisas.
La moda eco
Algunas empresas se han subido al carro del reciclaje de ropa. Más aún, hay compañías, como Jóvenes Unidos por el Desarrollo Medioambiental que han convertido esta actividad en su negocio. Recolectan ropa (gratis) en contenedores y la venden “en países de todo el mundo”, dice su página web. “Perseguimos ganarnos la vida procurando dejar a nuestros hijos un mundo más limpio”, añade esta empresa en su sitio online.
La marca de moda H&M inició el pasado marzo una campaña para reciclar moda. Varias tiendas de esta compañía, que se pueden consultar en su página web, canjean ropa de cualquier marca por vales descuento del 15% en compras de 30 euros como máximo. Esas prendas se reciclan y los beneficios que se obtengan por esta actividad se destinarán a “recompensar a los clientes, a donaciones a organizaciones benéficas locales y a proyectos de innovación en materia de reciclaje”, según explica la firma. Los detractores de esta iniciativa critican que se incentive a los clientes a consumir más por la vía del descuento.
El bolso es un cojín
La imaginación es un aliado en la reutilización del vestuario pasado de moda. Con ella, unas tijeras, aguja e hilo, y a veces ni eso, es posible crear piezas nuevas a partir de las viejas.
En la red abundan los tutoriales para que una camisa de hombre se convierta en pocos pasos en un vestido para ellas. No hace falta ser un experto costurero. Un bolso de tela relleno de retales y cosido, o pegado, por la apertura es un cojín muy moderno para el sofá, tal como explica Raúl Mannise, alias "Manzana", en la web ecocosas.com. Estos son solo algunos ejemplos, pero la Red está plagada de ideas.
Se vende
Internet facilita el intercambio de ropa, pero también su venta. En la Red hay espacios pensados para quienes pretenden ganar algo de dinero con la venta de su armario. Se puede hacer en páginas en el que se comercializan todo tipo de artículos de segunda mano, pero ya existen los sitios especializados en moda, también en España.Yanomelopongo.com es uno de ellos. A cambio de hacer de intermediario entre vendedor y cliente, se llevan una comisión.
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